Comentando con el Master

lunes, diciembre 05, 2005

Hace 10 años, como si fuera ayer

En estos días recuerdo la última semana que pase en las aulas del Colegio Italiano Antonio Raimondi. Son ya diez años, y los recuerdo como si fueran ayer. Pude llevar mi camara de video a escondidas para hacer tomas que hoy son muy valoradas, como en ese momento imaginé, por suerte. Las últimas palabras al salón de la profesora de Matemáticas, Luz Lazo (siempre venía con un vestido diferente a cada clase, todos los años), las fotos con Félix Gambini, su alumno estrella (hoy egregio profesional del campo de la informática, ¿o era medicina?). El desorden de la última visitada al salón de Informática, donde jugamos cosas en DOS (Windows 3.0, 95... que es eso?), y el buen Obando de profe.

El recreo, que nos tocó pasarlo desde cuarto de secundaria en el segundo piso del cole, yendo a comprar al kiosko que solo había en el otro patio. Fotos tras fotos, clases con profesores que ya no dictaban nada, risas, chistes, bromas. Esos últimos días en verdad no se diferenciaban mucho a los del resto del año.

Ahí estaban mis aún amigos Oscar Bernal (el Gato), Gustavo Torres (Huevo), Martín Lescano (Lescabro), Jonathan Villacorta (Cholo), Joel Morán... todos buscando cámara. La gente más movida como Santiago, Toño, Julio, Marco, haciendo proselitismo al trago que en buenas formas les había oroginado sus ya muchas chupetas.

Recorrerían por la camara del recuerdo otros profesores: Eugenia Arianno de Economía, en buen cristiano, a la señorita se le paseaba el alma en la clase; Rosa Angulo de Física, y su disforzado italiano aprendido a duras penas; la profesora Vargas, de Historia que no aguantaba ni un queco; Nancy Baluarte, mostrando sus dotes de la literatura (a veces divagaba sola en clase).
La gente de los otros salones, muchos de ellos compañeros de mi mismo salón en años anteriores, los de la B y la C, con los que juntos lograbamos sumar 87 alumnos de la promoción LXV - 1995.

Recuerdo los salones del cole, construídos a la antigua, de adobe y madera (cada temblor era el doble de fuerte dentro de esas paredes). Sus pasadizos resbaladizos, techos altos, inacabables escaleras. Los casilleros, que llegarían el 93 al cole y nos cobrarían 20 soles de alquiler al año cuando los colocaron, y luego le devolverían la plata. Muchos de nostros no la seguirían devolviendo a donde salieron.

Gente preocupada por evitar la quinta nota o irse a Marzo para graduarse correctamente (en Latín saqué 02, aunque no es de orgullo contarlo, porque ese último bimestre no hice absolutamente nada en ese curso. Felizmente no servía para el sistema de calificación peruano, sino...) Compañeros preocupados en el plaje para pasar Literatura, presentar bien el cuaderno de Geopolítica, esperar pasar Economía. Esos días eran fechas de muchos sentimientos encontrados.

La Elera, recordada auxiliar que se le podría categorizar de "hierro". Cuando ocurría algún problema, no dudaba en agarrar de la nuca a los posibles autores del desorden y llevarlos a algún lugar a esclarecer el asunto. Recuerdo también a Vincenzo d' Agostino y Adriano Sassi, compañeros del cole que eran italianos pero con nostros aprendieron muy bien hablar a la peruana (se dice que Adriano al llegar en 1994, te prestaba fácilmente 5 soles, pero al finalizar el 95 no te daba ni 20 céntimos).

Al igual que ellos recordar a otros tantos: Claudia Morote, Jasmine Shibao, María Niño, Franco Martini, Luis Gonzales, Susy Majluf, Ana Lucia Fasson, Silvia Alvarado, Gina Torres, Renzo Carlini, Juan Pablo Scaletti entre otros, de mi salón. De otros lares, Nelly Bejarano, Raquel Carrión, Fiorella Sirani, Roberto Paz, Jorge Mena, Ruth Darg, Romina Dulanto, Fiorella Panetti, amigos que estudiaron conmigo en algún momento y nos tocó al final de la historia pasarla en salones aparte, pero con una amistad que siguió en esos momentos y sigue hasta ahora.

Finalmente, aprovecho para agradecer no sólo a mis padres, por quienes logré estudiar los once años completos en ese colegio: tanto mi papá quien se esforzó mucho estando acá conmigo, y mi mamá que estaba en Miami preocupándose siempre que termine lo que bien había empezado; sino a los padres de mis demás compañeros, quienes hicieron similar esfuerzo y los pusieron a estudiar en ese colegio. Sin esa elección, muchas de las historias que ahora contamos con felicidad y alegría (a veces con drama) no se hubieran logrado. Gracias a todos, y este 10 de diciembre, muchos de nosotros (como cosechando lo que se sembró) celebraremos esta década de distancia que le llevamos a la finalización de esos años que para tantos, fueron los mejores de nuestras vidas.

Grazie tante.