Comentando con el Master

miércoles, julio 06, 2005

Barranquilla, yo y el 5-0 (Parte III)


Pasando a temas más cotidianos, les contaré que en Colombia se usa como medida monetaria el Peso. El uso diario se basa en 1000 pesos, osea, es algo así como para nosotros los peruanos el sol (S/. 1.00, o una luca). De esta manera, el pasaje por el "colectivo" costaba según el parecer de la empresa: 1050, 1100, 1000... y en domingos cuesta 100 pesos más. La gaseosa de medio litro no retornable cuesta 1200 pesos; un menú común y silvestre, 3500 pesos, etc. Ahora, lo interesante es saber cuanto cuesta el peso: pues S/.1.40, lo que hace entender que es un poquito más caro algunas cosas por allá, y otras igual.

Las calles de Barranquilla se ordenan por carreras, calles y algunas vías. Esta forma hace que sea más fácil ubicarse y buscar lugares en la ciudad. Así, por ejemplo, el hotel donde estuve hospedado estaba en la Calle 43 con Carrera 43, y un número X. Algunas avenidas troncales, como la calle 45, sí tienen nombre propio, en ese caso es la av. Murillo, avenida que recorre Barranquilla de norte a sur. La zona norte, que es la más acomodada de la ciudad por mencionarlo de alguna manera, posee en sus entrañas las calles de numeración más alta, de la cincuenta hasta la noventa y tantos. Están por ahí, por ejemplo, el hotel Dann Carlton, donde estaba alojada la selección peruana y luego la ecuatoriana; su centro comercial más bonito, llamado Buenavista; y otros centro de entretenimiento.

El transporte público es parecido al de Lima. Tienen micros, allá llamados busetas y colectivos, que cobran como comenté, una tarifa según su parecer. Mucho tiene que ver por ejemplo, la antigüedad de la unidad o la distancia que recorren. Sus colores son bien llamativos, y en sus frontis están colocados los lugares grandes a los que van: Puerto Colombia, Soledad, Boston, etc. Pero no tienen cobradores que hagan las veces de "llamadores" gritando desaforadamente en cada parada de semáforo, notificando al ruta, haciendo los paraderos lugares menos bulleros a los acostumbrados aquí. Eso sí, si subes a un bus es porque sabes a donde va, si no, preguntas o te das un terrible chasco. Tampoco tienen cobradores en la unidades, ahí pagas directo al chofer, y en algunos casos, sobre todo en los buses grandes, debes pasar un torniquete al pagar, lo que hace gracioso ver como niños de 6 a 8 años rampean por debajo de él al subir y no pagar, o como pasan por encima los vendedores de caramelos.

La lluvia, el calor, hacen que ciertas costumbres sean propias de los barranquilleros. Por ejemplo, no es complicado encontrar vendedores de bolsitas de agua a 300 pesos, como si fueran chups o marcianos. Por el clima del lugar, es una necesidad que brota cada tres cuadras. Igualmente, cuando llueve a chorros, las pistas se convierten en verdaderos ríos, que hace por momentos muy difícil pasar por ellos sin mojarse hasta los pies, para lo que aparecen personajes con sus tablas, que a manera de puentes, arman pasos entre vereda y vereda, cobrándote un peaje a lo que tu corazón, o tu bolsillo disponga.