Comentando con el Master

domingo, agosto 21, 2005

En Caracas, la catira es la que manda (Parte I)

Restándole el "en Caracas" al título, era la frase que veía en un tremendo afiche publicitario de la cerveza Regional, en uno de los miles de edificios que hay en la capital venezolana, ciudad que visité los últimos días de julio de este año con el fin de celebrar un año más de vida.

Allí me esperaban mis primos, que radican allá más de veinte años, incluso uno de ellos es venezolano, y que recién conozco por esa circunstancia. Fue con ellos, sus amigos y mi mamá que pude pasar uno de los mejores cumpleaños (o 28 de julio, que es lo mismo :p) de mi vida. Seguramente ya pudieron observar la foto, y una de las peculariedades de mi celebración fue la piñata que me confundió pensando que en vez de mi santo, había allí una despedida de soltero.

Caracas, como sabemos, es la capital de la República Bolivariana de Venezuela, extenso nombre con el cual el presidente Hugo Chávez rebautizó oficialmente al país y dio inicio a la "V República". A decir verdad, en la ciudad se siente mucho el politicismo con el que se convive actualmente en ese país, sobre todo cuando en las paredes de distintas zonas de la urbe, en vez de encontrar pintas de algún equipo de Venezuela, observas varios próceres de la independencia de ese país (o mejor dicho, la Gran Colombia, territorio al que pertenecían antes de formar lo que ahora son) como Francisco de Miranda, José Antonio de Sucre, y el infaltable y a todas luces showman de todos estos detalles, el libertador Simón Bolívar.

En mis anteriores escritos contaba de descripciones, historias y anécdotas de Barranquilla, costera ciudad de Colombia. Comparar a la puerta de Oro currambera con Caracas sería desequilibrado. A veces pienso si pudiera serlo con Lima. Ocurre que Caracas es una ciudad situada a 800 m.s.n.m. lo cual le da un clima apacible, diferente al calor de las costas caribeñas, y alejado del frío constante que por estas épocas del año abruma la ciudad de los Reyes. El cerro el Avila es además la causante de este clima interesante, pues separa en todo su ancho, con sus más de dos mil metros, a Caracas de las costas del Caribe, una zona conocida como la Guaira (por donde queda el aereopuerto) a tal punto para entrar a la capital venezolana se deben pasar por dos túneles bajo los cerros, uno de ellos que demoras como dos minutos en recorrerlo en auto.

Su sistema vial es organizado por grandes autopistas que recorren la ciudad de este a oeste, al igual que el bien cuidado metro subterráneo, que por momento me hizo recordar la vía Expresa de Lima, salvando distancias... Nomás que estas vías que de por sí le dan un aire de modernidad a Caracas, son sacudidas por el tremendo tráfico (o "cola" como le llaman ellos) vehicular que hacen pensar más de dos veces si se siente lo mismo en mi ciudad. Y es que, a mi parecer, la disposición de Caracas, situada entre tanto cerro verde, obliga que que sean pocos los caminos para ir de un lado al otro sin la posibilidad de escaperse por los lados, lo cual evita mayor libertad de desplazamiento. Volveremos en otro capítulo.