Comentando con el Master

miércoles, junio 29, 2005

Barranquilla, yo y el 5-0 (Parte II)

Ha pasado cerca de un mes desde el nefasto partido de Perú en tierras colombianas, que, como sale en el título, quedó cinco a cero. Yo siempre tuve la esperanza en este equipo, y la idea que siempre que yo esté en el estadio, Perú ganaría. Bueno, contra Ecuador, la cábala se me fue al agua, en parte. La opción ra entonces, conmigo en el estadio, Perú no pierde. Viajé como 3 mil kilómetros, con la fe de que alguna de las dos cábalas de activen, pero me dí con un encontronazo.

Perú perdió feo, sin alma en la cancha, desordenado, inconexo... y cocinado literalmente. Yo pasé por Barranquilla siete días, y sentí calor. Pero que estrategia meteorológica habrán hecho los colombianos, que justo ese día, y a esas horas, hizo el calor más agobiante que sentí en todo mi paseo. Eran como 40 grados... 40 grados... como la canción de Magneto, pero mal aplicados para los peruanos. Cuarenta grados y cinco goles fue lo que recibieron los nuestros en la cancha, en el verde del Metropolitano.

Y decía que ha pasado casi un mes de ese partido, y hasta no hace mucho que aún leía o escuchabaen las noticias o comentaristas deportivos, usar la palabra 'Barranquilla'. Ya sea por el calor, por la derrota, por los que jugaron... el nombre de esta acogedora ciudad será por siempre sinónimo de pesadillas peruanas, por siempre. Y yo estuve allí, comiéndome los goles de esta catástrofe, y con ello la caída de mi ex-efectiva cábala para la selección.

A pesar de todo, ese 4 de junio, en el estadio Roberto Meléndez, con capacidad para 47 mil personas, inaugurado en 1986, estuvo, digamos, chévere. Ser un peruano que se quiere identificar como tal en una marea humana de color amarillo, es una experiencia inolvidable. No creo que me haya sentido más peruano que ese día. La gente me decía peruano... el peruano... jajaja... una cosa es saberlo otra que te identifiquen como tal. Nomás que me tocó aguantar las silbatinas, algún gruitillo nada amistoso, o un imperceptible vasazo descartable... no importa, siempre con la blanquirroja en el pecho y la cabeza en alto. Aunque también habían otros locos como yo por ahi rondando, que me saludaban y se me acercaban, personas que sufrirían conmigo los designios de esa espantosa tarde futbolística.