El nombre reivindicado

Hoy ha sido un día histórico. En mis 25 años de vida, nunca había presenciado la aparición de un Papa nuevo. Siempre había uno sólo, y era Juan Pablo II. ¿Era eterno o no? Pues resultaba de carne y hueso y un día se fue. Con todo un show que duró más de una semana, su cuerpo ya descansa en paz.

Pero hoy, se presentó al nuevo Pontífice. Es un cardenal alemán, 78 años, no le quedan mucho de "reinado" dicen. El hecho es que yo me las olía. Alguien que se presentaba como líder ante la ausencia del anterior jefe, es el que normalmente toma la posta. Y así fue. Pero lo que más me emocionó fue el nombre escogido. Apenas los escuché (en una transmisión por Internet, propio de nuestros tiempos), sonreí. Benedicto XVI, sí, así como yo. El Papa tocayo. Por fin mi nombre estará en boca de todos, bueno, el tercero de mis nombres.

Si ya de por sí he vivido siempre con la complicación de explicar el porque de mi nombre primero, su origen y otros etcéteras, cuando llegaba al tercero de, ya la historia era un largo cuento. Pero ahora, ese nombre ha salido a la luz, lo han traído a la superficie. Ya puedo decir "sí, Benedicto, como el Papa". Debo agradecer por ello a este padre alemán, que ha hecho justicia con un casi olvidado nombre.

Y bueno, el origen del mismo en mí es motivado por mi papá, quien me lo puso para mantener el recuerdo de un tío suyo, hermano de su mamá, que lo tuvo como a un padre. Así que yo me encargué de llevar por siempre el agradecimiento a él, quien incluso nunca pudo tener descendencia. Y yendo más atrás, el nombre lo trajeron de Brasil, de donde eran los abuelos de mi papá. Mi hermana también lleva la marca, se llama en segundo nombre, Deoservina, como mi abuela. Nomás que quizas no tenga nunca como reivindicar ese nombre, más allá del seno familiar. A mi me tocó otra vía. ¡Salud por Benedicto XVI, el tocayo!